Otro de los ex residentes ejemplares es David. Apostando por la vida, después de rehabilitarse decidió dedicar su vida a la prevención y ahora trabaja intensamente dando charlas por todo el país concienciando sobre la enfermedad del SIDA.
El caso de David que ahora os mostramos demuestra cómo en muchas ocasiones caer en el mundo hostil de las drogas y la delincuencia no es algo elegido por los chavales que muy jóvenes encuentran en la calle su identidad. Aunque la vida le llevó por esos derroteros, teniendo grandes cualidades como deportista y líder por su carácter, supo, después de caer y tocar fondo, rehabilitarse y dedicar su vida profesional y voluntariamente a ayudar a aquellos que necesitan de su ayuda y experiencia.
“Empecé haciendo en la prisión de Valdemoro el programa de Proyecto Hombre. Allí decidieron sacarme del centro penitenciario para que continuara realizándolo en el piso de Hontanar. Para mí no era viable estar en aquellas condiciones pues en aquella época se encontraban todos los reclusos juntos y no se avanzaba mucho. Posteriormente se dieron cuenta de ello y se creó un módulo específico de Proyecto Hombre donde se centraban mejor las cosas. Era el año 1997 y sin duda cuando te planteas rehabilitarte y lo tienes claro, ese ambiente, que es lo opuesto a lo que tú quieres, te hace más fuerte y seguro”.
“El cambio de la cárcel al piso fue de gran alegría, por el hecho de salir de prisión. Fue una oportunidad que tenía claro que quería aprovechar y que no podía dejar pasar. Me acogieron de maravilla y me facilitaron todo para que fuera más fácil la estancia que al final duró tres meses y medio”.
“Destaco de Hontanar la entrega y la satisfacción de sus voluntarios. Trabajar de manera altruista por el bien de gentes que no conocen me llamaba la atención y por eso también después de graduarme fui voluntario en el piso durante un tiempo. Sin duda, es una experiencia que te hace más fuerte como persona. Tengo muy buenos recuerdos de aquella época y de los compañeros con los que conviví”.
Después David estuvo 8 meses en la comunidad terapéutica de Ujena para pasar posteriormente a realizar en grupos de apoyo la reinserción. Pronto encontró trabajo en la construcción, lo que ya le llevó a graduarse y al poco comenzaba a trabajaren el centro de emergencias del barrio marginal de La Rosilla. El programa que ejecutaban allí se llamaba “Reducción del daño”. Consistía en proporcionar a los toxicómanos metadona, intercambio de jeringuillas, médicos, para que tuvieran una sanidad básica al estar tirados en un poblado. Cuando se cerró ese barrio, esa situación, mas protectora que preventiva, se trasladó a Las Barranquillas y posteriormente a lo que hoy se conoce como Cañada Real.
Se puede comprobar el recorrido que seguiría David, vinculado a la droga, pero ya rehabilitado: “Después estuve de educador en un centro de menores llamado El Pinar donde vivían chavales conflictivos, y los llevaba a realizar deporte para que hicieran una vida más sana. Al que se mezclaba con la droga, le hablaba para intentar reconducirle, pero aquello sólo duró cuatro meses. Acababan de abrir Las Barranquillas y al necesitar gente fuimos todos los compañeros que habíamos trabajado en La Rosilla. Salvábamos a mucha gente del poblado y era una gran satisfacción y a la vez muy duro por toda la gente que había tirada literalmente. En aquella época podía haber unas 500 personas tomando metadona y otros 200 más en Méndez Álvaro”.
“Estaba muy claro: para ‘alante’ o para atrás, no había opción”
“Hicimos luego un proyecto con el VIH que presentamos en el Ministerio de Sanidad y se basaba en la prueba rápida. Nos lo aprobaron y al ser subvencionado por el Plan Nacional del SIDA, estuve viajando por toda España con esta campaña varios años. Les dices en que se basa, los grupos de riesgo, cómo prevenirlo y si alguno en la prueba sale positivo le reconduces a su médico para que le siga el tratamiento más conveniente. Sorprende la evolución de esta patología que, al principio, como era significativa de muerte, sólo se contagiaban drogadictos y prostitutas. Fueron unos años malos hasta que se consiguió controlar el virus. No ha bajado en la actualidad el número de contagios pues se ha elevado, pero ahora los grupos más sensibles son los homosexuales y los heterosexuales en el mundo complejo de la noche. Ahora con la medicación existente se palían mucho los efectos, se pone menos cuidado y vienen así los sustos”.
“Para llegar a todos los públicos en las diferentes ciudades y captar así a posibles contagiados y que al saberlo dejaran de contagiar a más personas, al llegar al nuevo sitio convocábamos una rueda de prensa con mucha publicidad. La gente se pasaba, unos por curiosidad, otros por dudas u otros por ser grupos de riesgo pues la prueba es muy sencilla. Con una gota de sangre extraída, se espera unos quince minutos y ya está el resultado. Todo el mundo reaccionaba muy bien, aunque alguno se derrumbaba o había otros que se iban tranquilamente y luego llamaban para ver qué hacían. Valencia y Madrid son las más contagiadas”.
Actualmente ocupa un puesto de responsabilidad de este trabajo, y para el año próximo se prepara para iniciar de nuevo el recorrido por toda España con esta iniciativa. Reconoce le gustaría volver a Hontanar como voluntario o a saludar a quien conoce, pero como su trabajo está vinculado con el mundo de las drogas, cuando tiene un instante de descanso suele desconectar a otras cosas diferentes:
“Estoy muy separado del deporte y meda pena pues me gusta, pero ya habrá tiempo para hacerlo. La verdad es que Hontanar fue el comienzo en esta vida nueva para mí. Tenía claro que mucha gente trabajaba para mí, me daban la oportunidad y estaba muy claro: para ‘alante’ o para atrás, no había opción”.
“Estoy orgulloso y agradecido por toda la gente que me ayudó. En definitiva, indirectamente el trabajo que hago yo ahora con el que ayudo a muchos chicos a salir de estos mundos de podredumbre con mi granito de arena, es similar al que hacían conmigo cuando yo me encontraba en el piso. Devolver esta gratuidad me reconforta por el bien que se hace”.