Si mencionamos el nombre de Eva en el piso, sobre todo en la primera década, todo el mundo sabe quién es, pues se hace visible en todos los ámbitos en los que se mueve. Mujer entregada a la causa de la rehabilitación de toxicómanos ha conseguido dedicarse profesionalmente en este mundo tan complejo de las drogas. Al vivir varias épocas de Hontanar nos relata sus experiencias a lo largo de muchos años.
Comenzó de voluntaria en los orígenes del piso, para más adelante saltar al plano laboral trabajando en Proyecto Hombre hasta hoy. Fue en 2006desde cuando ejerce como profesional en este mundo de las drogas, encargándose actualmente del programa de deshabituación. Se llama Eva y desde el principio impuso su impronta en Hontanar con su implicación personal.
“Me reclamó Pedro, el fundador del piso, junto a un grupo de jóvenes que apostábamos por ello: David, Ester, Pedro Enrique y Nuria, entre otros. Como no sabíamos nada de este nuevo mundo de la drogadicción nos dirigimos a Cecilia, la directora en aquellos años de Proyecto Hombre, para que nos formara y enseñara qué hacer con las personas adictas. Nos enseñaron las fases del programa en ese momento que eran orientación, intermedio, pre-comunidad, comunidad o grupos de apoyo y reinserción. Así vimos in situ el trabajo las 24 horas, el valor de los confrontas y el poder de las intervenciones. Así iniciamos y luego vino la segunda fase con Carlos Arranz y Manolo Romero donde se continuó con el mismo proceso, pues realmente sólo habían cambiado el coordinador, pero el resto éramos los mismos. Ya con Antonio Roldán vino un cambio más grande, nos estructuramos de otro modo y nos organizamos un poco mejor con más funciones y desarrollo del grupo del principio. Fui sin duda la que de los comienzos me fui más tarde”. “Me di cuenta y tomé conciencia de un problema que teníamos en nuestras calles, para ponerles nombre y cara”.
Destaca Eva el gran cambio en este mundo de las drogas y también en Proyecto Hombre pues cuando empezaron en Madrid tenían gran ilusión, no dependían de nadie pues contaban con ayudas de todo tipo y existía gran implicación. Al realizar convenios con las administraciones públicas ya dejaron de ser independientes económicamente y empezaron a deberse a otra serie de intereses lo que desvirtuaba el carisma original y perdió la esencia del programa.
“No tiene nada que ver ser voluntaria a trabajadora. De voluntaria puedo destacar que me di cuenta y tomé conciencia de un problema que teníamos en nuestras calles, para ponerles nombre y cara. Fue muy chulo pues a la vez que los chicos realizaban el programa terapéutico, indirectamente nosotros también lo realizábamos. Descubrí con esta experiencia de igual forma muchas cosas mías y carencias que tenía y aunque no tomé el camino de la droga tuve que ordenar muchas cuestiones de mi ámbito personal”.
“Siempre me impresionó mucho que el ser humano sea capaz de cambiar su realidad. Los que hacían su proceso entero, literalmente se volvían del revés y eso es muy heavy, pues es todo lo que has aprendido en tu vida, en tu familia y cómo se transformaba radicalmente. Tener una vida totalmente nueva y empezar otra vez”.
“Destaco del piso en aquellos años la gran alegría que existía y se palpaba una gran fraternidad. Alucinaba con la gran cantidad de gente que colaboraba porque no era para ir juntos a un viaje por el Caribe, sino que todos éramos una piña para un objetivo común y solidario. Nos decíamos todo a la cara y nadie se enfadaba, mostrando una gran implicación, sin ningún miedo y gran alegría de vivir. La gente tenía muchas ganas de aprender, como esponjas y además se trabajaba duro y bien”.
“Venid y veréis… es la clave para conocerlo que es Hontanar. Por mucho que se diga, hay que ver las cosas claras y descubrir si es tu sitio. Todas las acciones son buenas, pero hay que sentirse a gusto haciéndolas, pero si no es lo tuyo no hay nada que hacer.
Me quedo de esta experiencia, el haber podido conocer a todos los residentes que han pasado por el piso, sin duda ha sido una suerte y compartir ese camino de cambio con ellos. Al igual con muchos voluntarios que he conocido y que sigo el contacto actualmente como por ejemplo con Inma, Tere, Mariano o David, todo un privilegio.