Uno de los últimos residentes que se encuentran actualmente viviendo en el piso es Rafa que nos traslada sus sensaciones en el poco tiempo que lleva con nosotros.
Rafa lleva dos años de tratamiento. Hace tres meses se vio en la necesidad de buscar un alojamiento, ya que había completado su estancia máxima de 18 meses sin consumir en la residencia de la Fundación Padre Garralda. A través de un contacto en el Centro de Atención a las Drogodependencias de Vallecas conoció la labor de Hontanar y vio una salida para su problema inmediato que era tener un sitio donde vivir y desde donde buscar trabajo y rehacer su vida.
En Hontanar encontró mucho más de lo que estaba buscando. “Me ayudan un montón. Me facilitan el tratamiento y me están dando mil facilidades para arrancar. La ayuda que estoy recibiendo es increíble. Incluso me han puesto en contacto con mi familia, después de mucho tiempo sin hablarnos”.
Rafa está muy agradecido al equipo de voluntarios de Hontanar por el trato que recibe en el piso. “Todos son muy especiales, nos tratan con mucho cariño.” Reconoce el valor de la atención franca y familiar que recibe y se siente muy bien tratado, “de tú a tú, como una persona, no como un número”. Además, explica que actualmente el ambiente de convivencia con el resto de los residentes es muy bueno y que eso se debe a que todos están en la misma situación de querer salir de un problema común, lo que se hace que se apoyen mutuamente.
“Aquí nos tratan como personas, no como números”
Aunque se confiesa creyente, menciona haber tenido problemas antes con la Iglesia y tener un poco de recelo en este aspecto cuando llegó a Hontanar, asociación conducida por una institución religiosa. Sin embargo, eso no ha afectado a su vivencia en Hontanar e incluso haciendo referencia al Padre Antonio (Roldán) reconoce que ahora ha cambiado de opinión y que “en la Iglesia hay gente muy buena que se preocupa de verdad de los pobres”.