Con Salvador, que llegó como voluntario de San Diego, otra de las parroquias franciscanas, reflejamos voluntarios que siguen llegando al piso en estos últimos años para que así siempre exista una renovación del voluntariado y al ser una actividad tan exigente nadie pueda llegar a “quemarse”.

Me piden que cuente mi experiencia en Hontanar y aunque parezca mentira, no sé cómo hacerlo. Creo que tengo pocas cosas que decir y que además puedan ser de algún interés para nadie, pero como el miedo a decir lo que pienso y siento es lo último que debo tener, así empiezo:

Llevo solo tres años colaborando en Hontanar, primero acompañado en las tardes de los martes, al poco tiempo me dejaron solo y pocos meses después pasé a hacer noches. Todo surgió de la necesidad como cristiano de devolver parte de lo mucho que yo he recibido.

Como dice el dicho «es de bien nacido ser agradecido».

Mi parroquia es San Diego, y cuando comencé a tener más tiempo libre, o sea cuando me jubilé, le dije a Fray Federico que quería colaborar en algo, pero que no fuera en la Parroquia, y él me encaminó hacia Hontanar. Yode oídas ya conocía el piso, pero nunca había tenido ninguna relación con él. Al principio tuve miedo, no sé de qué; pero pronto y gracias a mi primera compi Delfina, me di cuenta de que lo importante es estar disponible para cuando alguien te necesite, tan simple como eso. No es necesario ningún título, solo grandes dosis de cariño.

Con la crisis del piso hemos ido comprometiéndonos en otras actividades también muy necesarias, hasta tal punto que ahora lo que no tengo es tiempo, pero cuando por las noches me acuesto me siento a gusto conmigo mismo; creo que estoy haciendo algo que tenía que hacer. Cuando el piso ha vuelto a retomarla actividad, me pidieron hacer noches y en ello estoy, unos días más animado que otros, pero así es la vida.

Me imagino que cada uno tendrá una razón diferente para hacer lo que hace, pero yo a fuerza de ser sincero, lo que hago, lo hago con el convencimiento de que estoy cumpliendo con mi deber, al atender de esta forma, a mi hermano que me necesita. No hago otra cosa que devolver una pequeña parte de lo mucho que yo he recibido. Doy gracias a Dios, que siempre me ha hecho sentir su mano protectora.
No me considero ni mejor ni peor que nadie, soy una persona de ese gran montón que trabajamos para que cuando nos toque irnos, podamos oír eso de: «ven, porque dentro de tu capacidad, hiciste lo que tenías que hacer».

Ya había advertido al principio de que no tenía nada interesante que decir, así que pido perdón por haberos hecho perder parte de vuestro tiempo. Os deseo a todos Feliz Navidad y un año 2014 por fin ya fuera de esta crisis global y de nuestras crisis particulares que también nos preocupan.

“Cuando me acuesto por las noches me siento a gusto conmigo mismo; creo que estoy haciendo algo que tenía que hacer”