Junto con Pilar se contrató en Hontanar a Tere para que entre las dos ejercieran la coordinación del piso. Tere nos cuenta sus sensaciones después de haber trabajado intensamente en el piso y habiendo dejado su impronta con el trabajo bien hecho.
Teresa Cubillo fue voluntaria y después trabajadora en la Asociación Hontanar. Conoció la Asociación en el año 1995, cuando era voluntaria en la biblioteca de Proyecto Hombre.
Muchos chicos se acercaban a la biblioteca, y con la excusa de los libros hablaban un rato con ella y con Nacho, quien después también fue mucho tiempo voluntario en el piso. Algunos de esos chicos eran residentes de Hontanar y Teresa recuerda que les pedían a ella y a Nacho que los acompañaran a alguna actividad, como ir al Parque de Atracciones. Cuando llevaron la propuesta a Hontanar les explicaron que ese tipo de actividades las hacían ellos desde allí y que, según la impresión de Teresa, al verlos ‘novatillos’ pues solamente llevaban tres meses de voluntarios, probablemente les estuvieran manipulando. Sin embargo, los animaron a realizar su voluntariado en el piso.
Así, por el mes de junio de ese mismo año Teresa empezó de voluntaria en Hontanar y continuó del tirón hasta el año 2000. Estuvo muy implicada en el proyecto. Tanto es así que en el año 2000 la contrataron, como está ahora Pilar, para la coordinación. En 2006 dejó el piso para trabajar en Proyecto Hombre en la Comunidad Terapéutica de Ugena, aunque ella no dejaba de colaborar en cuanto podía con Hontanar. A pesar de haber pasado tiempo él contacto lo sigue manteniendo. Aunque por falta de tiempo no tan continuado, tiene pensado volver a colaborar en cuando puedo para seguir aportando su granito, como ella dice.
Por todas estas experiencias positivas para Teresa y por su implicación, para ella Hontanar ha sido y sigue siendo como su segunda familia. “Todo lo que he aprendido, crecido y vivido allí no tiene precio. Y lo querida que me he sentido, tanto por los residentes como por los compañeros voluntarios y por Antonio y Blas, lo llevo muy dentro de mi corazón”. Además, asegura el bien que se puede hacer y a la gente que se puede ayudar estando allí con ellos, “podría asegurar, al 99% (por dejar un margen de error del 1%) de las personas que por allí han pasado, tanto voluntarios como residentes. Pero sobre todo a los residentes, que desprendían humanidad y transmitían el amor desinteresado que no pasa desapercibido y es imposible que no deje huella”.
“Todo lo que he aprendido, crecido y vivido allí no tiene precio”
Pero además de sentirse como en su propia casa Teresa ha podido aprender también de los propios residentes valores como la humildad, la sabiduría, el saber compartir, el compañerismo, la honestidad, la excelencia, por nombrar algunos de esos valores que a ella se le quedaron de ese recorrido en Hontanar. “No se puede expresar con palabras, hay tantos adjetivos y conceptos que tienen que ver con el amor y el bien que allí se transmite que es difícil expresarlo”.
Teresa Cubillo no evita animar a otras personas a que como ella experimenten el poder compartir con otros y el valor de la ayuda, y es por esto por lo que anima a todas las personas que puedan a que vayan a conocer Hontanar directamente porque más que explicar con palabras las propias experiencias, cuenta Teresa que “merece mucho más la pena y es mucho más enriquecedor vivirlo. Es algo que merece la pena, se mire por donde se mire, amén del bien que se hace a las personas que por allí pasan para intentar rehacer sus vidas”.